El Laverinto Del Eclipse-Chapter 6: capitulo - la marca del eclipse

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Chapter 6 - capitulo 6 - la marca del eclipse

Kai y Lía corrían por las calles en ruinas, con el eco de la risa de los encapuchados aún resonando en sus mentes. La ciudad, a pesar de su silencio, parecía observándolos.

Lía jadeaba, sujetándose el costado herido. Cada paso era una punzada de dolor, pero no podían detenerse.

—Kai... —murmuró, sintiendo su cuerpo debilitado.

Él la sujetó antes de que cayera.

—Aguanta un poco más. Tenemos que encontrar un lugar seguro.

El sonido de pasos apresurados los hizo girar. Las figuras encapuchadas seguían persiguiéndolos.

Pero algo estaba mal.

Kai los observó con el ceño fruncido. Se movían de manera extraña, casi como si fueran... marionetas.

Uno de ellos giró su cabeza en un ángulo imposible, dejando ver una sonrisa amplia y perturbadora.

—No son humanos... —susurró Lía con horror.

El cielo tronó de repente.

Una luz rojiza iluminó el horizonte, haciendo que los encapuchados se detuvieran de golpe.

Kai y Lía también frenaron en seco.

—¿Qué diablos es eso? —Kai entrecerró los ojos.

A lo lejos, en el centro de la ciudad, una columna de luz escarlata se alzaba hacia el cielo.

Los encapuchados alzaron sus manos hacia la luz y comenzaron a murmurar al unísono.

—El Eclipse regresa... la Sangre Antigua despertará...

Lía sintió un escalofrío.

—Kai, tenemos que largarnos de aquí.

Él asintió y la sujetó con más firmeza.

Corrieron hacia un callejón estrecho, adentrándose en un antiguo distrito comercial en ruinas. Carteles desgastados colgaban de los edificios derruidos, y la vegetación se había adueñado del asfalto.

Kai encontró una puerta metálica semiabierta en un viejo almacén.

—Aquí —susurró, ayudando a Lía a entrar.

Dentro, el lugar estaba en penumbras, lleno de estanterías caídas y cajas rotas. Olor a polvo, madera podrida y algo más... sangre.

Kai cerró la puerta con cuidado y se apoyó contra ella, tratando de recuperar el aliento.

Lía se dejó caer contra una pared, apretando los dientes por el dolor.

—Tenemos que hablar de lo que acabamos de ver —dijo entre jadeos.

Kai asintió, pero su mente estaba acelerada.

—Esos tipos... no eran normales. Y lo que dijeron... "El Eclipse regresa"...

Lía cerró los ojos por un momento.

—El virus se llama Eclipse. ¿Crees que estén adorándolo?

Kai sintió un nudo en el estómago.

—Si es así, significa que no solo estamos peleando contra infectados. Estamos peleando contra fanáticos.

Un crujido los hizo tensarse.

Kai levantó la ballesta y Lía se obligó a ponerse de pie.

Algo estaba en la oscuridad.

El sonido de respiraciones irregulares llenó la habitación.

Kai entrecerró los ojos.

—No estamos solos...

Un gruñido gorgoteante se escuchó a su derecha.

Entonces, los infectados salieron de entre las sombras.

Kai disparó sin dudarlo. La flecha impactó en la cabeza de uno de ellos, pero los demás no se detuvieron.

—¡Lía, muévete!

Ella levantó una mano y canalizó su energía, pero el dolor en su costado la hizo tambalearse. La luz azul parpadeó y se debilitó.

Uno de los infectados se lanzó sobre ella.

Kai corrió y lo pateó con fuerza, estampándolo contra una estantería.

—¡Sal de aquí! —gritó, disparando otra flecha.

Lía se sujetó el costado y corrió hacia una escalera que llevaba al segundo nivel del almacén.

Kai la siguió, pero los infectados treparon tras ellos con una velocidad aterradora.

En el segundo piso, encontraron una ventana rota.

—¡Por ahí! —Kai la empujó para que saltara primero.

Lía aterrizó en el techo de un auto destrozado, rodando por el impacto. Kai la siguió apenas un segundo después.

Los infectados intentaron salir tras ellos, pero sus cuerpos deformes quedaron atorados en la ventana rota.

Kai no perdió tiempo. Tomó la mano de Lía y la ayudó a correr.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, llegaron a un edificio abandonado y se ocultaron en su interior.

Kai cerró la puerta detrás de ellos y apoyó la espalda contra la pared.

El silencio los envolvió.

Lía jadeaba, su frente cubierta de sudor frío.

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Kai se arrodilló junto a ella y revisó su herida.

—No pinta bien... necesitamos medicina.

Lía le sostuvo la mano con fuerza.

—Kai... ¿y si este virus no es solo una infección?

Kai frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

Ella tragó saliva.

—Esos encapuchados... hablaban como si el virus tuviera un propósito. Como si fuera algo más que una enfermedad.

Kai no respondió de inmediato.

Porque en el fondo, él también había empezado a pensar lo mismo.

El Eclipse no era solo un virus.

Era algo más grande. Algo que ellos aún no entendían.

Y estaban en el centro de ello.